En Redondo de Guayedra presumimos de nuestro entorno natural y privilegiada ubicación, pero también de nuestra historia, que se remonta a más de 500 años y no te dejará indiferente.
La belleza del paisaje que nos rodea, un valle a la sombra del Tamadaba frente al mar, es lo primero que conquistará tus sentidos. Pero la historia de este lugar, que te hará viajar a los tiempos de los primeros pobladores de la isla, te cautivará.
¡No dejes que te lo cuenten, vívelo!
Gran Canaria posee una gran riqueza natural. A pesar de su pequeño tamaño, el 46% de su territorio forma parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria debido a la singularidad de sus ecosistemas, su flora y fauna, ricas en especies exclusivas, y a su geología.
Nuestra finca ecológica y de agroturismo se encuentra situada en la zona de transición de esta Reserva.
A la sombra del Macizo de Tamadaba se encuentra nuestro valle.
Allí, en una de las partes más antiguas de la isla, con 14 millones de años de antigüedad, crece el pinar de Tamadaba, uno de los mejores bosques de pino canario de la isla, rico en biodiversidad.
Sus pinos son los encargados de pinchar las nubes para obtener el agua con el que regamos nuestros cultivos ecológicos.
Desde sus miradores se contemplan vistas de Redondo de Guayedra que te dejarán sin palabras.
El acantilado de Faneque, una de las prolongaciones del Macizo de Tamadaba es uno de los acantilados marinos más elevados del mundo, y el más alto de Europa, con sus 1.027 metros de altitud.
Faneque fue un lugar de culto para los aborígenes de la isla, como la cercana montaña de Tirma. Desde su cima los antiguos pobladores realizaban sus ritos contemplando un grandioso volcán, el Teide, al que atribuían propiedades divinas.
La zigzagueante silueta de la costa oeste de Gran Canaria nos recuerda a la cola de un enorme dragón cuando la miramos desde Agaete y Redondo de Guayedra.
Una atractiva sucesión de acantilados y barrancos que arranca en Faneque y casi roza el mar en la playa de la Aldea. Disfrutarás de su hipnotizante belleza desde nuestros miradores.
A los pies de nuestra finca se encuentra la Playa de Guayedra, a la cual tenemos acceso directo. Un sendero te llevará hasta esta playa salvaje de arena negra y callaos, que se transforma con las mareas y las estaciones.
La arena negra es de orígen volcánico y es una de las señas de identidad de muchas de las playas canarias.
Sentirás la energía del océano Atlántico y disfrutarás de atardeceres únicos.
Nuestra finca se encuentra situada dentro del Término Redondo de Guayedra, un lugar mítico para los antiguos canarios. Un territorio en el que vivió Fernando Guanarteme,
último rey indígena, tras la Conquista de Gran Canaria.
En 1994 nos embarcamos en un proyecto utópico, reunificar este territorio singular para recuperar su paisaje y su historia.
El Término Redondo de Guayedra es un lugar singular. Estas tierras fueron las que recibió el último rey aborígen tras los pactos firmados con los Reyes Católicos para la rendición de Gran Canaria 500 años atrás.
Aquí, los últimos canarios libres pudieron seguir viviendo bajo sus leyes y costumbres, practicando sus rituales y hablando su lengua, cuando el resto de la isla estaba sometida a las leyes de la Corona de Castilla.
El territorio que fue legado a Fernando Guanarteme era un territorio indiviso, que ocupaba nueve kilómetros de ancho, desde el Roque de las Nieves a la Playa de Faneroque, y que ascendía desde el mar hasta el Pinar de Tamadaba.
Pese a lo agreste de este terreno, aquí encontraban todo lo que necesitaban para desarrollar su forma de vida: madera y agua en abundancia, fértiles pastos, pescado y mariscos, terrenos de cultivo a diferentes altitudes, y orchilla para comerciar con los europeos.
Este fue el último hogar de los canarios libres.
Con el paso de los siglos, este territorio se fue disgregando entre múltiples propietarios perdiendo su unidad inicial.
En el Valle de Guayedra se estableció una población dedicada a la agricultura y la ganadería. A mediados del siglo XX, con la llegada del agua corriente y la electricidad, junto al comienzo de la agricultura intensiva, muchos empezaron a abandonar sus terrenos y casas para ir en busca de mejores condiciones de vida fuera de Guayedra, lo que condujo a años de abandono y degradación de este esplendoroso valle.
A partir de 1994, muy despacio y con gran esfuerzo, se empezó a construir este sueño. El proyecto utópico de reunificar y devolver a la vida este territorio que se encontraba muy degradado.
30 años después, en Redondo de Guayedra nos sentimos orgullosos de haber ayudado a recuperar el Término Redondo de Guayedra, un territorio único, para así poder honrar y cuidar la tierra de nuestros antepasados.